CARTA DE ADRIANO
Querido Marco:
He ido a ver esta mañana a mi médico Hermógenes, esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz,... Amo mi cuerpo, me ha servido bien pero de todos modos he llegado a la edad en la que la vida es una derrota aceptada, cualquiera puede morir subitamente, pero el enfermo sabe que dentro de diez años ya no vivirá. Marco, deseo legarte no sólo mi imperio, sino mi mejor patrimonio que es aquello que sólo los años y la vida me otorgaron, permíteme que con la escasa elocuencia de un soldado te transmita mis mejores tesoros, aquellos por los que te reconoceran como emperador romano. Marco, hace tiempo que llegué a comprender que el verdadero lugar de nacimiento de un hombre, es aquel donde por primera vez nos miramos con mirada inteligente, mis primeras patrias fueron los libros. Y, en menor grado, las escuelas, luego los campamentos de las legiones, donde además de vivir me obligaron a viajar constantemente por todo el orbe, reconozco que conocemos mal la configuración de la tierra, envidio a todos aquellos viajeros que lograron dar la vuelta a los docientos cincuenta mil estadios griegos, tan bien calculados por Erastóstenes, y cuyo recorrido completo nos traería otra vez al punto de partida. He comprendido que pocos son los hombres que se realizan antes de morir, y he juzgado con mayor piedad sus interrumpidos trabajos. Compruebo que mi deseo de poder era semejante a mi deseo de amor, que impide al amante comer, pensar, y aún amar, hasta no haber cumplido con determinados ritos.Me siento satisfecho por acabar con el escandalo de las tierras dejadas en barbecho por los grandes propietarios indiferentes al bien público, así que determiné que cada campo, así que como cada mina, no trabajado durante cinco años dejara de pertenecer a su dueño y pasara a manos y propiedad de aquellos que quisieran aprovecharlos. Descubrí que todas las razas aportan al ejercito sus virtudes y sus armas particulares, su genio de infantes, de jinetes, o de arqueros, Yo permití y tú debes consentirlo, a nuestros soldados, que profieran sus gritos deguerra nacionales y que las órdenes se les den en sus distintos idiomas, que se sigan autorizando las uniones de los veteranos con mujeres bárbaras y se legitime a sus hijos como hijos de Roma. Yo anulé los privilegios, prohibí que los oficiales gozaran de licencias demasiado frecuentes; mandé que se suprimieran en los campamentos las salas de banquetes, las casas de reposo y sus costosos jardines, aquellos edificios inútiles pasarían a ser enfermerias y hospicios para veteranos, a lo largo de los caminos recorridos sin cesar iba ejerciciendo las diferentes profesiones que integran el oficio de emperador, entraba en la vida militar como en unavestimenta cómoda a afueza de tanto usarla. "Trahit suaquemque voluptas". A cada uno su senda y tb su meta, su ambición si se quiere, su gusto más secreto y mas claro ideal, el mio estaba encerrado en la palabra belleza, tan dificil de definir a pesar de las evidencias de los sentidos, en aquel mito situado en los confines del mundo volvía a encontrar las teorías filosóficas que había hecho mias; cada hombre está eternamente obligado, en el curso de su vida breve, a elegir entre la persona infatigable y la prudente falta de esperanza, entre las delicias del caos y las de la estabilidad, entre Titan y el Olimpo, a elegir entre ellas o a acordarlas alguna vez entre si. Marco, se un Ulises cuya Itaca es sólo interior, pero sal, camina y busca esas Itacas en cada uno de los confines del imperio. El conocer que te llegará este mi legado, me permitirá, sin demasiada quietud, ausentarme en la muerte.