10/22/2008

El escenario de mis sueños

….La puesta de sol no era la perfecta, faltaban aquellos tres colosos nevados de fondo que le acompañaron en su juventud, el viejo guerrero buscaba la serenidad necesaria para enfrentarse a sus recuerdos,…. su mirada, bastante castigada por la luz del desierto se perdía entre las nubes naranjas y azules, su pensamiento volaba hacia otras tierras lejanas, …ahora, en la soledad del destierro, recordaba aquellos olores a mirto y arrayán, los susurros del agua en los estanques, las noches de luna clara y aquellos amores perdidos, allá en su querida Granada.

“El último Sultán de la Granada Nazarita, Boabdil, el Zogoibi, heredero de un reino desahuciado, de formación principesca refinada y culta que de nada le servirá para su tarea de gobierno, sufrirá destierro en las Alpujarras y más tarde deportación al norte de Africa,. Por amores se enfrentó a su padre Muley-Hacen, por intrigas de gobierno se enfrentó a su tío El Zagal, y a los Reyes Católicos, con quienes pactaba o se humillaba, según procedía para alargar esa dolorosa agonía llamada Granada. Tubo dos grandes aliadas, su madre Aixa y su mujer Moraima, por las venas de su madre corría la sangre del profeta, esta de carácter varonil y dominante, no dudó en utilizar a su hijo tanto para las intrigas de gobierno como para hostigar al marido que la había repudiado por una cristiana, todo lo contrario de Moraima amante y protectora de Boabdil de por vida. Ambas mujeres y Granada provocaron las lágrimas y la leyenda del Zogoibi´”El Desventurado”.

-La última vez que Boabdil, el último rey nazarita, lloró en tierra granadina no fue en la famosa y mítica escena del Suspiro del Moro tal y como nos ha contado la historia hasta hoy. -



Las últimas lágrimas del Rey Chico, como era conocido entre sus súbditos, se vertieron sobre una tumba, en un pequeño pueblo granadino llamado Mondújar. En esa tierra dejó Boabdil los restos mortales de la persona que amó tanto como a Granada, allí dejó a su esposa Morayma, la mujer que se mantuvo fiel a su lado, que le dio dos hijos y que sufrió en silencio, tanto como él, su vida y reinado desdichado.
Así pues, Boabdil pudo salir de Laujar de Andarax (Alpujarra de Almería) camino de Fez con los restos de su mujer, hacer una parada en el Castillo de Mondújar (Valle de Lecrín - Granada) para sepultarla junto al resto de los reyes nazaritas y seguir camino hacia el puerto por el que tenían que embarcar rumbo a Fez (Marruecos), donde aún viviría treinta años más, de guerras y de recuerdos permanentes que le acompañaron como lenta agonía hasta el final.